Blessed by prisoners / Bendecido por los presos
Bendecido por los presos
He sido bendecido por la fe de los presos en varios de los lugares donde he trabajado. Honestamente, ir a las prisiones no es un ambiente agradable para el ministerio. Algunos me han preguntado si alguna vez tuve miedo al encontrarme con prisioneros. Nunca me he sentido incómodo con los presos, pero los vestíbulos, el proceso de seguridad antes de entrar a una prisión y el sonido de las puertas abriéndose y cerrándose cuando uno entra es intimidante. Una vez dentro con los presos, como sacerdote, siempre he sentido respeto y gratitud.
En Mississippi, nuestros servicios católicos siguieron al servicio musulmán. El grupo musulmán siempre movía las sillas y las mesas para nosotros. Fueron muy respetuosos con nuestra presencia en la cárcel. En Denver, había un coro las Misas en español que era tan profesional como cualquier coro de hombres que haya escuchado. Una prisión de mujeres en California presentó a los sacerdotes que ofrecieron Misa allí, tarjetas caseras para el Día de Acción de Gracias, la Navidad y la Semana Santa. Como siempre prediqué en inglés y en español, muchos me agradecieron por cuidar de sus ‘hermanas’ de habla hispana.
Una vez participé en un retiro de Kairos en una prisión. Cuando comenzamos el retiro, un prisionero rudo nos gruñó diciendo: “Solo estoy aquí por las donas. En la próxima cuenta, me voy”. Consiguió sus donas, pero se quedó durante todo el tiempo del programa. Al final del retiro, les dijo a los otros prisioneros: “Perdónenme por mi comportamiento grosero. Quiero actuar mejor”.
Una de las mayores bendiciones que mis hermanos y yo recibimos después de cinco años de ofrecer misa todos los viernes en la prisión de Tallahatchie fue recibir una carta de un ex prisionero. Al principio asistía a servicios de católicos, luteranos, presbiterianos, bautistas, testigos de Jehová y musulmanes. Después de un tiempo, pidió convertirse en católico. Después de su Confirmación y Primera Comunión, quería leer en cada Misa y los otros hombres simplemente lo dejaban leer. Más tarde pidió a otros que también leyeran y trajo más hombres a las Misas. Trajo a muchos católicos en prisión para recibir las Primeras Comuniones y los sacramentos.
Después de ser trasladado a otra prisión, escribió:
“Tengo buenas noticias. Dios ha estado obrando maravillas en mi vida desde que lo busqué y permití que me guiara… Hace más de cuatro años, usted y sus compañeros sacerdotes me trajeron la Sagrada Eucaristía semanalmente y en este Dios me ha estado remodelando, esculpiendo para ser una mejor persona, enseñándome poco a poco a ser más como Jesús y por el resto de mi vida, puedo contar con que nuestro Padre estará allí para mí y me seguirá moldeando a una imagen de Cristo, todo el camino hasta cuando me llama a casa”.
Su agradecimiento hizo que cada uno de nosotros reconociera la importancia de nuestras visitas para los presos. Independientemente de lo que hayamos hecho por ellos, la gratitud de un preso nos recompensó con creces las tardes que pasamos en la prisión.
(Si tienes observaciones o preguntas para Padre Migrante, envían las a padremigrante@gmail.com)
Blessed by prisoners
I have been blessed by the faith of prisoners in several of the places where I have worked. Honestly, going to prisons is not a pleasant environment for ministry. Some have asked if I was ever afraid as I met prisoners. I have never felt uncomfortable around the prisoners, but the lobbies, the screening before entering a prison and the clanging of doors opening and closing as one walks into the prison is intimidating. Once inside with the prisoners, as a priest, I have always experienced respect and gratitude.
In Mississippi, our Catholic services followed a Muslim service. The Muslim group always moved the chairs and tables for us. They were very respectful for our presence in the prison. In Denver, there was a choir for our Masses in Spanish that was as professional as any men’s choir that I have ever heard. A women’s prison in California presented the priests who offered Mass there, homemade cards for Thanksgiving, Christmas and Easter. Since I always preached in both English and Spanish, many thanked me for taking care of their Spanish speaking ‘sisters’.
Once, I participated in a Kairos retreat in a prison. When we began the retreat, one rough prisoner snarled at us saying, “I´m only here for the doughnuts. At next count, I will leave.” He got his doughnuts, but stayed for the entire time of the program. At the end of the retreat, he told the other prisoners, “Forgive me for my crude behavior. I want to do better.”
One of the greatest blessings that my confreres and I received after five years of saying Mass every Friday in the Tallahatchie prison was receiving a letter from a former inmate. In the beginning he attended services of Catholics, Lutherans, Presbyterians, Baptists, Jehovah Witnesses and Muslims. After some time, he asked to become Catholic. After his Confirmation and First Communion, he wanted to read at every Mass and the other men simply let him read. Later he asked others to also read, and he brought more men to the Masses. He brought many Catholics in prison to us for First Communions and the sacraments.
After he was transferred to another prison, he wrote:
“I have good news. God has been working wonders in my life ever since I sought Him out and allowed him to lead me….Over four years ago, you and your fellow priests brought the Holy Eucharist to me weekly and in this time God has been reshaping me, sculpting me to be a better person, slowly teaching me to be more like Jesus and for the rest of my life, I can count on our Father being there for m and to continue molding me into an image of Christ, all the way up to when he calls me home.”
His thank you made each of us recognize how important our visits were for the prisoners. Whatever we may have done for them, one prisoner’s gratitude more than repaid us for the afternoons we spent at the prison.
(If you want Padre Migrante to respond to your concerns or questions, write to: padremigrante@gmail.com)
Oh Jesús, tú nos llamas: “Síganme”. Bendice, Señor, a todos los que acogen tu llamado. Puede que el camino no sea fácil, pero tenemos la confianza de que todo es posible si caminamos contigo. Que este viaje nos abra los ojos a las maravillas de tu amor por nosotros. Oramos por toda tu gente, por todos los creyentes e incrédulos, por los líderes y seguidores. Oramos por la sanación, el perdón, la compasión, la justicia y la paz. Oramos para que, al seguirte, nosotros también podamos ser pescadores de hombres. Bendícenos en nuestro viaje.
O Jesus, you call us, “Come after me.” Bless, O Lord, all who welcome your call. The path may not be easy, but we have confidence that all things are possible if we walk with you. May this journey, open our eyes to the wonders of your love for us. We pray for all your people, for all believers and unbelievers, for leaders and followers. We pray for healing, for forgiveness, for compassion, for justice, for peace. We pray that as we follow you, we too can be fishers of men. Bless us on our journey.