The Church in the Modern World: on Peace / Sobre la Iglesia en el Mundo Actual
Looking for Peace / Buscando Paz
El Concilio Vaticano tuvo lugar quince años después del final de la Segunda Guerra Mundial. Fue un tiempo de gran esperanza. La economía se estaba recuperando de la guerra. Un presidente católico de los Estados Unidos pidió a la gente que sirviera en lugar de que la sirvieran. El Papa Juan XXIII llamó a la renovación en la Iglesia. Hubo luchas por los derechos civiles, las naciones lucharon por la libertad, comenzaron a formarse contraculturas, se estaban dando guerras y luchas por el poder en todo el mundo. El Documento del Vaticano sobre la Iglesia en el Mundo Moderno, Gaudium es Spes, no era propenso a ofrecer citas memorables sobre la paz, pero trató la paz en la sección 78.
Sobre la Iglesia en el Mundo Actual
- La paz no es la mera ausencia de la guerra, ni se reduce al solo equilibrio de las fuerzas adversarias, ni surge de una hegemonía despótica, sino que con toda exactitud y propiedad se llama obra de la justicia (Is32, 7). Es el fruto del orden plantado en la sociedad humana por su divino Fundador, y que los hombres, sedientos siempre de una más perfecta justicia, han de llevar a cabo. El bien común del género humano se rige primariamente por la ley eterna, pero en sus exigencias concretas, durante el transcurso del tiempo, está cometido a continuos cambios; por eso la paz jamás es una cosa del todo hecha, sino un perpetuo quehacer. Dada la fragilidad de la voluntad humana, herida por el pecado, el cuidado por la paz reclama de cada uno constante dominio de sí mismo y vigilancia por parte de la autoridad legítima.
Esto, sin embargo, no basta. Esta paz en la tierra no se puede lograr si no se asegura el bien de las personas y la comunicación espontánea entre los hombres de sus riquezas de orden intelectual y espiritual. Es absolutamente necesario el firme propósito de respetar a los demás hombres y pueblos, así como su dignidad, y el apasionado ejercicio de la fraternidad en orden a construir la paz. Así, la paz es también fruto del amor, el cual sobrepasa todo lo que la justicia puede realizar.
La paz sobre la tierra, nacida del amor al prójimo, es imagen y efecto de la paz de Cristo, que procede de Dios Padre. En efecto, el propio Hijo encarnado, Príncipe de la paz, ha reconciliado con Dios a todos los hombres por medio de su cruz, y, reconstituyendo en un solo pueblo y en un solo cuerpo la unidad del género humano, ha dado muerte al odio en su propia carne y, después del triunfo de su resurrección, ha infundido el Espíritu de amor en el corazón de los hombres.
Por lo cual, se llama insistentemente la atención de todos los cristianos para que, viviendo con sinceridad en la caridad (Eph 4,15), se unan con los hombres realmente pacíficos para implorar y establecer la paz.
Movidos por el mismo Espíritu, no podemos dejar de alabar a aquellos que, renunciando a la violencia en la exigencia de sus derechos, recurren a los medios de defensa, que, por otra parte, están al alcance incluso de los más débiles, con tal que esto sea posible sin lesión de los derechos y obligaciones de otros o de la sociedad.
En la medida en que el hombre es pecador, amenaza y amenazará el peligro de guerra hasta el retorno de Cristo; pero en la medida en que los hombres, unidos por la caridad, triunfen del pecado, pueden también reportar la victoria sobre la violencia hasta la realización de aquella palabra: De sus espadas forjarán arados, y de sus lanzas hoces. Las naciones no levantarán ya más la espada una contra otra y jamás se llevará a cabo la guerra (Is 2,4).
(Si tienes observaciones o preguntas para Padre Migrante, envían las a padremigrante@gmail.com)
Looking for Peace / Buscando Paz
The Vatican Council took place fifteen years after the end of World War II. It was a time of great hope. The economy was in recovery from the war, A Catholic President of the United States called on people to serve rather than to be served. Pope John XXIII called for renewal in the Church. There were struggles for civil rights, nations struggled for liberty, counter cultures began to be formed, wars and struggles for power were taking place around the world. The Vatican Document on the Church in the Modern World, Gaudium es Spes was not prone to offering memorable quotations on peace, but it treated peace in section 78.
The Church in the Modern World: on Peace
- Peace is not merely the absence of war; nor can it be reduced solely to the maintenance of a balance of power between enemies; nor is it brought about by dictatorship. Instead, it is rightly and appropriately called an enterprise of justice. Peace results from that order structured into human society by its divine Founder, and actualized by men as they thirst after ever greater justice. The common good of humanity finds its ultimate meaning in the eternal law. But since the concrete demands of this common good are constantly changing as time goes on, peace is never attained once and for all, but must be built up ceaselessly. Moreover, since the human will is unsteady and wounded by sin, the achievement of peace requires a constant mastering of passions and the vigilance of lawful authority.
But this is not enough. This peace on earth cannot be obtained unless personal well-being is safeguarded and men freely and trustingly share with one another the riches of their inner spirits and their talents. A firm determination to respect other men and peoples and their dignity, as well as the studied practice of brotherhood are absolutely necessary for the establishment of peace. Hence peace is likewise the fruit of love, which goes beyond what justice can provide.
That earthly peace which arises from love of neighbor symbolizes and results from the peace of Christ which radiates from God the Father. For by the cross the incarnate Son, the prince of peace reconciled all men with God. By thus restoring all men to the unity of one people and one body, He slew hatred in His own flesh; and, after being lifted on high by His resurrection, He poured forth the spirit of love into the hearts of men.
For this reason, all Christians are urgently summoned to do in love what the truth requires, and to join with all true peacemakers in pleading for peace and bringing it about.
Motivated by this same spirit, we cannot fail to praise those who renounce the use of violence in the vindication of their rights and who resort to methods of defense which are otherwise available to weaker parties too, provided this can be done without injury to the rights and duties of others or of the community itself.
Insofar as men are sinful, the threat of war hangs over them, and hang over them it will until the return of Christ. But insofar as men vanquish sin by a union of love, they will vanquish violence as well and make these words come true: “They shall turn their swords into plowshares, and their spears into sickles. Nation shall not lift up sword against nation, neither shall they learn war anymore” (Isaiah 2:4).
Oh Jesús, tú nos llamas: “Síganme”. Bendice, Señor, a todos los que acogen tu llamado. Puede que el camino no sea fácil, pero tenemos la confianza de que todo es posible si caminamos contigo. Que este viaje nos abra los ojos a las maravillas de tu amor por nosotros. Oramos por toda tu gente, por todos los creyentes e incrédulos, por los líderes y seguidores. Oramos por la sanación, el perdón, la compasión, la justicia y la paz. Oramos para que, al seguirte, nosotros también podamos ser pescadores de hombres. Bendícenos en nuestro viaje.
O Jesus, you call us, “Come after me.” Bless, O Lord, all who welcome your call. The path may not be easy, but we have confidence that all things are possible if we walk with you. May this journey, open our eyes to the wonders of your love for us. We pray for all your people, for all believers and unbelievers, for leaders and followers. We pray for healing, for forgiveness, for compassion, for justice, for peace. We pray that as we follow you, we too can be fishers of men. Bless us on our journey.