June 21, 1973 / 21 de junio de 1973
21 de junio de 1973
Fue un día extraordinario para mí y nueve de mis compañeros. Después de doce años de estudio y de caminar con muchos otros jóvenes discerniendo nuestro camino vocacional, fuimos ordenados sacerdotes. Cuando miro hacia atrás, no hubo un momento en el que decidiera ser Redentorista o sacerdote. Desde el momento de mi nacimiento y bautismo hasta que me ordenaron, mi familia, Redentoristas, maestros, compañeros, amigos, feligreses de Holy Name y todas las personas que tocaron mi vida me prepararon para convertirme en un sacerdote misionero redentorista.
Después de mi ordenación, todas las comunidades donde trabajé me recibieron, me acogieron, me desafiaron, me enseñaron, se rieron conmigo y lloraron conmigo. La pastoral juvenil fue una constante en mi vida. Caminé con familias en apuros, especialmente con alcohólicos y sus familias. Los últimos treinta y dos años, jóvenes, migrantes e inmigrantes ampliaron mi experiencia de trabajo con personas en la periferia de la sociedad y la Iglesia.
Gracias a todos los que me alentaron y me apoyaron en mi camino hacia el altar. Nadie se hace sacerdote solo. Mi quincuagésimo aniversario es un hito, pero el llamado al ministerio continúa. Oren por mí mientras empiezo a trabajar con la Red Católica Campesino Migrante.
En los próximos días, consideraré tres experiencias fundamentales de mi vida como sacerdote. Son historias sobre las que he escrito varias veces, pero hubo tres momentos cruciales en el ministerio que aclaran mi vocación de sacerdote misionero redentorista.
(Si tienes observaciones o preguntas para Padre Migrante, envían las a padremigrante@gmail.com)
June 21, 1973
It was an extraordinary day for me and nine of my classmates. After twelve years of study and walking with many other young men discerning our vocational path, we were ordained priests. As I look back, there was not a moment of deciding to be a Redemptorist or a priest. From the time of my birth and baptism to being ordained, my family, Redemptorists, teachers, classmates, friends, parishioners of Holy Name and every person who touched my life prepared me to become a Redemptorist missionary priest.
After my ordination every community where I worked received me, welcomed me, challenged me, taught me, laughed with me and cried with me. Youth ministry was a constant in my life. I walked with families in distress, especially with alcoholics and their families. The last thirty-two years, youth, migrants and immigrants expanded my experience of working with people on the periphery of society and the Church.
Thank you, to everyone who encouraged me and supported me on my path to the altar. No one becomes a priest alone. My fiftieth anniversary is a milestone, but the call to ministry continues. Pray for me as I begin working with the Catholic Migrant Farmworker Network.
In the next few days, I will consider three pivotal experiences of my life as a priest. They are stories that I have written about several times, but there were three pivotal times in ministry that clarify my being a Redemptorist missionary priest.
(If you want Padre Migrante to respond to your concerns or questions, write to: padremigrante@gmail.com)
Oh Jesús, tú nos llamas: “Síganme”. Bendice, Señor, a todos los que acogen tu llamado. Puede que el camino no sea fácil, pero tenemos la confianza de que todo es posible si caminamos contigo. Que este viaje nos abra los ojos a las maravillas de tu amor por nosotros. Oramos por toda tu gente, por todos los creyentes e incrédulos, por los líderes y seguidores. Oramos por la sanación, el perdón, la compasión, la justicia y la paz. Oramos para que, al seguirte, nosotros también podamos ser pescadores de hombres. Bendícenos en nuestro viaje.
O Jesus, you call us, “Come after me.” Bless, O Lord, all who welcome your call. The path may not be easy, but we have confidence that all things are possible if we walk with you. May this journey, open our eyes to the wonders of your love for us. We pray for all your people, for all believers and unbelievers, for leaders and followers. We pray for healing, for forgiveness, for compassion, for justice, for peace. We pray that as we follow you, we too can be fishers of men. Bless us on our journey.