Consider an Anniversary / Considerar un aniversario
Considerar un aniversario
Esta semana estoy celebrando mi aniversario de oro como sacerdote. El Domingo pasado, celebré con mi familia de Casa San Alfonso. Mañana, 21 de junio, es el día de mi ordinación. Voy a celebrar con mis cohermanos Redentoristas el jueves. El próximo domingo celebraré con mi familia en Omaha. Hay similaridad de una celebración de aniversario de plata, y el aniversario de oro. También hay mucho diferente.
Mis primeros 25 años de sacerdocio me preparó para un compromiso nuevo en mi vida. Siete años antes de mi aniversario de 25 años, entré el ministerio Hispano en Casa San Alfonso. Iniciar la Casa era un cambio significativo para realizar la misión de la congregación Redentorista para “evangelizar y ser evangelizados por los pobres.” La Casa tenía éxito para iniciar mi camino con jóvenes inmigrantes recién llegados en este país. Al principio, pensaba que este ministerio con los jóvenes sea la más importante misión de mi vida. Pero, había cambios, no malos, pero cambios en la dirección de la misión de CSA. Iniciamos a conducir misiones bilingües con Redentoristas y voluntarios laicos. La Casa se cerró en 1996, y el equipo de las misiones bilingües recibí una invitación a pasar el verano de 1998 con trabajadores migrantes en Oregon durante la cosecha de cerezas.
Los campesinos me sorprendieron con una celebración de mi aniversario de plata. Era una celebración linda, pero ahora considero este verano el momento que cambió mi camino con migrantes e inmigrantes. Desde este momento, me identificó con trabajadores migrantes. Vivía como no tenía casa, pero tenía más casas de los más ricos del mundo. Por unos años viajaba con los misioneros a quince estados, ofreciendo misiones de dos o tres semanas en más de 120 pueblos, la gran mayoría en lugares rurales. En cada lugar, gente me dijo que tengo una pobre casa en varios estados de México y de los Estados Unidos.
He trabajado en áreas rurales, nunca quedando en una comunidad por mucho tiempo. En 1999 pedí a unos campesinos en The Dalles, “¿Qué puedo hacer para ustedes si regrese el próximo año?” Una mujer me dijo, “No te necesitamos como nuestro abogado, trabajador social o médico. Te necesitamos como nuestro sacerdote.” De este momento realicé que tenía que ser un padre para los migrantes. Ahora celebro 50 años de sacerdocio y 25 años de ser “padre migrante”.
(Si tienes observaciones o preguntas para Padre Migrante, envían las a padremigrante@gmail.com)
Consider an Anniversary
This week I am celebrating my golden anniversary as a priest. Last Sunday, I celebrated with my Casa San Alfonso family. Tomorrow is the actual day of my ordination. I will celebrate with my Redemptorist confreres on Thursday. Next Sunday, I will celebrate with my family in Omaha. There is a similarity between a silver anniversary, and a golden anniversary, but there are great differences also.
My first 25 years of priesthood prepared me for a new commitment in my life. Seven years before my 25th anniversary, I entered Hispanic ministry at Casa San Alfonso. Starting the Casa was a significant change in carrying out the Redemptorist charism “to evangelize and to be evangelized by the poor.” La Casa was successful in starting my journey with recently arrived immigrant youth. At first, I thought that this youth ministry was the most important mission of my life. But there were changes, not bad, but changes in the direction of the CSA mission. We began conducting bilingual missions with Redemptorists and lay volunteers. La Casa closed in 1996, and the bilingual mission team received an invitation to spend the summer of 1998 with migrant workers in Oregon during the cherry harvest.
The migrant farmworkers surprised me with a celebration for my silver anniversary. It was a great celebration, but now I consider that summer as the moment that changed my path with migrants and immigrants. From that moment on, I identified me with migrant workers. I lived as though I had no home, but I had more homes than the richest people on earth. For a few years I traveled with the missionaries to fifteen states, offering missions of two or three weeks in more than 120 towns, the vast majority in rural areas. In each place, people told me that I have a poor home in various states of Mexico and the United States.
I have worked in rural areas, never staying in a community for long. In 1999 I asked some farmers in The Dalles, “What can I do for you if I return next year?” A woman said, “We don’t need you as our lawyer, social worker, or doctor. We need you as our priest.” From this moment I knew that I was a “padre” for the migrants. Now I celebrate 50 years as a priest and 25 years as “Padre Migrante.”
(If you want Padre Migrante to respond to your concerns or questions, write to: padremigrante@gmail.com)
Oh Jesús, tú nos llamas: “Síganme”. Bendice, Señor, a todos los que acogen tu llamado. Puede que el camino no sea fácil, pero tenemos la confianza de que todo es posible si caminamos contigo. Que este viaje nos abra los ojos a las maravillas de tu amor por nosotros. Oramos por toda tu gente, por todos los creyentes e incrédulos, por los líderes y seguidores. Oramos por la sanación, el perdón, la compasión, la justicia y la paz. Oramos para que, al seguirte, nosotros también podamos ser pescadores de hombres. Bendícenos en nuestro viaje.
O Jesus, you call us, “Come after me.” Bless, O Lord, all who welcome your call. The path may not be easy, but we have confidence that all things are possible if we walk with you. May this journey, open our eyes to the wonders of your love for us. We pray for all your people, for all believers and unbelievers, for leaders and followers. We pray for healing, for forgiveness, for compassion, for justice, for peace. We pray that as we follow you, we too can be fishers of men. Bless us on our journey.