God Walks with His People / Dios camina con su pueblo
Dios camina con su pueblo
(del mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2024)
Las dos imágenes ―la del éxodo bíblico y la de los migrantes― guardan ciertas similitudes. Al igual que el pueblo de Israel en tiempos de Moisés, los migrantes huyen a menudo de situaciones de opresión y abusos, de inseguridad y discriminación, de falta de proyectos de desarrollo. Y así como los hebreos en el desierto, también los emigrantes encuentran muchos obstáculos en su camino: son probados por la sed y el hambre; se agotan por el trabajo y la enfermedad; se ven tentados por la desesperación.
Pero la realidad fundamental del éxodo, de cada éxodo, es que Dios precede y acompaña el caminar de su pueblo y de todos sus hijos en cualquier tiempo y lugar. La presencia de Dios en medio del pueblo es una certeza de la historia de la salvación: «el Señor, tu Dios, te acompaña, y él no te abandonará ni te dejará desamparado» (Dt 31,6). Para el pueblo que salió de Egipto, esta presencia se manifiesta de diferentes formas: la columna de nube y la de fuego muestran e iluminan el camino (cf. Ex 13,21); la Carpa del Encuentro, que custodia el arca de la alianza, hace tangible la cercanía de Dios (cf. Ex 33,7); el asta con la serpiente de bronce asegura la protección divina (cf. Nm 21,8-9); el maná y el agua son los dones de Dios para el pueblo hambriento y sediento (cf. Ex 16-17). La carpa es una forma de presencia particularmente grata al Señor. Durante el reinado de David, Dios se negó a ser encerrado en un templo para seguir habitando en una carpa y poder así caminar con su pueblo, y anduvo «de carpa en carpa y de morada en morada» (1 Cr 17,5).
Muchos emigrantes experimentan a Dios como compañero de viaje, guía y ancla de salvación. Se encomiendan a Él antes de partir y a Él acuden en situaciones de necesidad. En Él buscan consuelo en los momentos de desesperación. Gracias a Él, hay buenos samaritanos en el camino. A Él, en la oración, confían sus esperanzas. Imaginemos cuántas biblias, evangelios, libros de oraciones y rosarios acompañan a los emigrantes en sus viajes a través de desiertos, ríos y mares, y de las fronteras de todos los continentes.
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God Walks with His People
(from Pope Francis’ message for World Day of Migrants and Refugees 2024)
The images of the biblical exodus and of migrants share several similarities. Like the people of Israel in the time of Moses, migrants often flee from oppression, abuse, insecurity, discrimination, and lack of opportunities for development. Similar to the Jews in the desert, migrants encounter many obstacles in their path: they are tried by thirst and hunger; they are exhausted by toil and disease; they are tempted by despair.
Yet the fundamental reality of the Exodus, of every exodus, is that God precedes and accompanies his people and all his children in every time and place. God’s presence in the midst of the people is a certainty of salvation history: “The Lord your God goes with you; he will not fail you or forsake you” (Deut 31:6). For the people who came out of Egypt, this presence manifested itself in different forms: a pillar of cloud and fire showing and illuminating the way (cf. Ex 13:21), the meeting tent that protected the ark of the covenant, making God’s closeness tangible (cf. Ex 33:7), the pole with the bronze serpent assuring divine protection (cf. Nm 21:8-9), manna and water (cf. Ex 16-17) as God’s gifts to the hungry and thirsty people. The tent is a form of presence especially dear to the Lord. During David’s reign, God chose to dwell in a tent, not a temple, so that he could walk with his people, “from tent to tent and from dwelling to dwelling” (1 Chr 17:5).
Many migrants experience God as their traveling companion, guide and anchor of salvation. They entrust themselves to him before setting out and seek him in times of need. In him, they find consolation in moments of discouragement. Thanks to him, there are good Samaritans along the way. In prayer, they confide their hopes to him. How many Bibles, copies of the Gospels, prayer books and rosaries accompany migrants on their journeys across deserts, rivers, seas and the borders of every continent!
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Oh Jesús, tú nos llamas: “Síganme”. Bendice, Señor, a todos los que acogen tu llamado. Puede que el camino no sea fácil, pero tenemos la confianza de que todo es posible si caminamos contigo. Que este viaje nos abra los ojos a las maravillas de tu amor por nosotros. Oramos por toda tu gente, por todos los creyentes e incrédulos, por los líderes y seguidores. Oramos por la sanación, el perdón, la compasión, la justicia y la paz. Oramos para que, al seguirte, nosotros también podamos ser pescadores de hombres. Bendícenos en nuestro viaje.
O Jesus, you call us, “Come after me.” Bless, O Lord, all who welcome your call. The path may not be easy, but we have confidence that all things are possible if we walk with you. May this journey, open our eyes to the wonders of your love for us. We pray for all your people, for all believers and unbelievers, for leaders and followers. We pray for healing, for forgiveness, for compassion, for justice, for peace. We pray that as we follow you, we too can be fishers of men. Bless us on our journey.