“God walks with his people” / “Dios camina con su pueblo”
(El blog de hoy es mi homilía para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. Es más largo que un blog normal. Incluye algunas de mis reflexiones de la semana pasada)
“Dios camina con su pueblo”
Hoy se celebra la 110ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. A principios del siglo XX, había guerras y revoluciones en todo el mundo. El mundo estaba experimentando la migración del mayor porcentaje de población mundial en la historia. En ese momento, el Papa Benedicto XV convocó una Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado.
- Desde 1915 hasta los años 90, se prestó atención a las causas de la emigración. La Iglesia y muchos líderes mundiales pidieron que se resolvieran las causas de una migración tan enorme: guerras, revoluciones, persecución étnica y religiosa, crimen organizada, pandillas, pandemias y desastres naturales.
- En 1996, el Papa Juan Pablo II expresó su preocupación por el hecho de que había un movimiento gradual a nivel internacional para culpar a los propios migrantes de la migración, en lugar de culpar a las verdaderas causas de la migración.
- “Advirtió que culpar a los migrantes de los desafíos de la migración se basaba en prejuicios y xenofobia. Afirmó, “Cuando la comprensión del problema esté condicionada por prejuicios y actitudes xenófobas, la Iglesia no debe dejar de hacer oír la voz de la fraternidad, acompañándola con gestos que testimonien el primado de la caridad”.
Y continuó:
En la Iglesia nadie es extranjero, y la Iglesia no es extranjera para ningún hombre y en ningún lugar. Como sacramento de unidad y, por tanto, como signo y fuerza de agregación de todo el género humano, la Iglesia es el lugar donde también los emigrantes ilegales son reconocidos y acogidos como hermanos. Corresponde a las diversas diócesis movilizarse para que esas personas, obligadas a vivir fuera de la red de protección de la sociedad civil, encuentren un sentido de fraternidad en la comunidad cristiana.
La solidaridad es asunción de responsabilidad ante quien se halla en dificultad. Para el cristiano el emigrante no es simplemente alguien a quien hay que respetar según las normas establecidas por la ley, sino una persona cuya presencia lo interpela y cuyas necesidades se transforman en un compromiso para su responsabilidad. «¿Qué has hecho de tu hermano?» (cf. Gn 4, 9). La respuesta no hay que darla dentro de los límites impuestos por la ley, sino según el estilo de la solidaridad.
La migración siempre ha sido parte de la historia humana. Las Escrituras cuentan la historia de Abraham: “Mi padre era un arameo errante” (Dt 26,5). Para la comunidad judía primitiva, este pasaje era un recordatorio de sus raíces como pueblo migratorio. La migración de Abraham es la historia de un pueblo itinerante que se desplaza hacia Dios y un lugar donde poder adorar en paz. Su historia representa la búsqueda humana de Dios, significado, seguridad y un lugar al que llamar hogar. La comunidad judía era una nación influenciada por las interacciones con diversas culturas y personas, ya que estaba centrada cerca de la encrucijada de muchas rutas comerciales internacionales antiguas. El Antiguo Testamento relata cómo Abraham recibió a personas de diferentes credos con dignidad y respeto mientras daba la bienvenida a los visitantes en su hogar.
Hoy, el Papa Francisco comienza su mensaje: “Dios camina con su pueblo”. Dice: En la historia del Éxodo, Dios precede y acompaña a su pueblo mientras emigra de Egipto para establecerse en la Tierra Prometida. Moisés proclama: “El Señor tu Dios va contigo; no te dejará ni te abandonará” (Dt 31,6).
Si se visita el sitio web del Vaticano y se leen todos los mensajes sobre migración del Papa Juan Pablo II, el Papa Benedicto XVI y el Papa Francisco, los mensajes son consistentes en llamarnos a reconocer al migrante como nuestro hermano y hermana. Nos llaman a reconocer a Cristo en el migrante, como dijo Jesús en Mateo: “Fui forastero y ustedes me recibieron en su casa.” (Mt 25,35).
Es sobre el tema de la migración global que los mensajes de los tres Papas son una “vestidura sin costuras”. El mensaje del Papa Francisco para hoy nos llama a ser testigos de la misericordia de Dios para las personas que se encuentran en la periferia de la sociedad y de nuestra Iglesia. En un momento en que muchas personas quieren culpar a los migrantes de los problemas de la migración, necesitamos el mismo coraje que pidió el Papa Juan Pablo II en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, el 1 de enero de 2002 (poco después del 11 de septiembre). Dijo:
NO HAY PAZ SIN JUSTICIA
NO HAY JUSTICIA SIN PERDÓN
¿Cómo podemos hablar de justicia y perdón como fuente y condición de la paz? Podemos y debemos, por difícil que sea; dificultad que a menudo nace de pensar que la justicia y el perdón son irreconciliables. Pero el perdón es lo opuesto al resentimiento y a la venganza, no a la justicia. De hecho, la verdadera paz es “obra de la justicia”.
Al celebrar el Día Mundial del Migrante y del Refugiado, debemos entender que el día no se trata de fronteras, migración legal e ilegal o de los debates acalorados de los líderes políticos y mundiales. Se trata de escuchar la Palabra de Dios y actuar en consecuencia. El Papa Benedicto XVI identifica la migración en su encíclica “Caritas in Veritate” como un “fenómeno social de proporciones que marcarán una época”. Y el Papa Francisco, en “Fratelli Tutti”, señala que la migración “jugará un papel fundamental en el futuro de nuestro mundo”.
Entender que la migración no empieza en la frontera
Este año he dedicado mucho tiempo a escribir un libro sobre mi experiencia de trabajar con migrantes. Acaba de publicar el libro “Camina con mi pueblo, una vida en el ministerio de migración”. Cuando se habla con la gente sobre “Camina con mi pueblo”, muchos preguntan inmediatamente sobre los migrantes en la frontera. Aunque he tenido experiencia con la frontera a lo largo de los años, la pastoral migratoria no empieza en la frontera. En mi caso, empezó acompañando a hombres y mujeres jóvenes que aceptaron la invitación de caminar con nosotros y ellos dejaron que los Redentoristas caminaran con ellos.
Hace casi cuarenta años, nuestro Superior General Redentorista, el P. Juan Lasso de la Vega, dijo a los Redentoristas que necesitábamos “evangelizar y ser evangelizados por los pobres”. Había trabajado con jóvenes durante mis primeros quince años como sacerdote, y experimenté de muchas maneras para tratar de atraer a los jóvenes a la Iglesia, pero comprender que tenía que ser evangelizado por ellos fue algo nuevo y emocionante. La alegría, la esperanza y la energía de los jóvenes cambiaron mi vida.
En noviembre de 1991, los Redentoristas abrieron una casa para jóvenes en un barrio pobre de Denver llamada Casa San Alfonso. Cuando presentamos la idea de nuestra comunidad juvenil al Arzobispo Stafford, nos preguntó qué tipo de programas ofreceríamos para los jóvenes. Le dijimos que no teníamos ningún programa, pero que esperábamos que los jóvenes caminaran con nosotros y que nosotros caminaríamos con ellos y juntos descubriríamos cómo evangelizarnos unos a otros. Pensamos que rechazaría nuestra idea, pero nos llamó una hora después de que salimos de su oficina y nos dio su bendición.
Recientemente la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos presentó una revisión del Plan Pastoral Nacional para el Ministerio Hispano, “Discípulos Misioneros en Salida con Alegría”. En él identifican cuatro claves para trabajar con migrantes.
- Escuchar: es una señal de respeto. No se puede hacer con desinformación, prejuicios, miedo o ira.
- Diálogo: requiere la voluntad de entrar una conversación, de dar y recibir. La voluntad de aprender unos de otros.
- Discernir: considerar las opciones y buscar lo bueno. Es entonces cuando la ética y la moralidad guían a quienes participan en el diálogo.
- Acompañamiento: así como Dios camina con el migrante, también nosotros debemos caminar con él.
He tenido el privilegio de tener migrantes que me han acompañado. Me han recompensado con amor, fe, esperanza y una alegría por la vida que realmente me ha evangelizado a lo largo de los años. Al celebrar el Día Mundial del Migrante y del Refugiado, debemos reflexionar sobre los mensajes del Papa Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco.
Los tres Santos Papas reconocen la importancia de la ley, los derechos de las naciones a proteger sus fronteras y los costos de la migración global. Denuncian a quienes abusan de los migrantes y se benefician de su sufrimiento. Reconocen las condiciones de los centros de refugiados y de detención. Ninguno de ellos pretende que haya respuestas fáciles a la migración global, y reconocen que muchos líderes políticos siguen creando dificultades que empujan a las personas a buscar refugio y esperanza. Reconocen el impacto limitado que tienen sobre las injusticias y los abusos que sufren los migrantes, pero llaman a todo el mundo: obispos, sacerdotes, diócesis, parroquias, líderes religiosos y todos los fieles a ver el rostro de Cristo en el migrante y actuar en consecuencia.
En esta Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, no sólo estamos llamados a reconocer que “Dios camina con su Pueblo”, sino que también estamos llamados a caminar con el migrante. En el mensaje de hoy, el Papa Francisco dice: “El encuentro con el migrante, como con todo hermano y hermana necesitado, es también un encuentro con Cristo”. En Mateo 25, Jesús no deja lugar a dudas: “Fui forastero y me recibieron en su casa” (v. 35).
Para recibir “Camina con mi Pueblo, Una Vida en el ministerio de migración”, se puede realizar un pedido a través del siguiente enlace. Animo a todos a quienes pueda contactar, especialmente a los seguidores de Padre Migrante, CMFN, PCMRT, a que utilicen el código 25004 para obtener un 10% de descuento. Hay descuentos mayores para pedidos al por mayor.
https://www.liguori.org/walk-with-my-people-a-life-in-migration-ministry.html
(Si tienes observaciones o preguntas para Padre Migrante, envían las a padremigrante@gmail.com)
(Today’s blog is my homily for World Day of Migrants and Refugees. It is longer than a normal blog. It includes some of my reflections of the past week of blogs)
“God Walks with his people”
Today is the 110th World Day of Migrants and Refugees.
At the beginning of the twentieth century, the highest percentage of world population in history was on the move. At that time, Pope Benedict XV initiated the first World Day of Migrants and Refugees.
- From 1915 to the 1990’s, attention every Papal Message was placed on the causes of emigration: war, revolutions, ethnic and religious persecution, organized crime, gangs, pandemics and natural disasters. The Church and many world leaders called for resolution of the causes of such a vast migration.
- In 1996, Pope John Paul II expressed concern that there was a gradual movement internationally to place the blame of migration on the migrants themselves, rather than on the true causes of migration.
- He warned that the blaming the migrants for the challenges of migration was founded on prejudice and racism. He said: “When an understanding of the problem is conditioned by prejudice and xenophobic attitudes, the Church must not fail to speak up for brotherhood and to accompany it with acts testifying to the primacy of charity.”
He continued:
In the Church no one is a stranger, and the Church is not foreign to anyone, anywhere. As a sacrament of unity and thus a sign and a binding force for the whole human race, the Church is the place where illegal immigrants are recognized and accepted as brothers and sisters. It is the task of the various Dioceses actively to ensure that these people, who are obliged to live outside the safety net of civil society, may find a sense of brotherhood in the Christian community.
Solidarity means taking responsibility for those in trouble. For Christians, the migrant is not merely an individual to be respected in accordance with the norms established by law, but a person whose presence challenges them and whose needs become an obligation for their responsibility. “What have you done to your brother?” (cf. Gn 4:9). The answer should not be limited to what is imposed by law, but should be made in the manner of solidarity.
Migration has always been a part of human history. Scriptures tell the story of Abraham: “My father was a wandering Aramean,” (Dt 26:5) for the early Jewish community, this passage was a reminder of their roots as a migratory people. The migration of Abraham is the story of itinerant people moving toward God and a place where they could worship in peace. His story represents the human search for God, meaning, security and a place to call home. The Jewish community was a nation influenced by interactions with various cultures and people. It was centered near the crossroads of many ancient international trade routes. The Old Testament relates how Abraham received people of different faiths with dignity and respect as he welcomed visitors to his home.
Today, Pope Francis begins his message, “God walks with his people.” He says: In the story of the Exodus, God precedes and accompanies his people as they migrate from Egypt to settle in the Promised Land. Moses proclaims: “The Lord your God goes with you; he will not fail you or forsake you” (Deut 31:6).
On the Vatican website, one may read the World Day of Migration messages of Pope John Paul II, Pope Benedict XVI and Pope Francis. The messages are consistent in calling us to recognize Christ in the migrant, as Jesus said in Matthew, “When I was a stranger, you welcomed me.” (Mt. 25:35)
It is on the subject of global migration, the messages of the three Popes is a “seamless garment.” Pope Francis’ message for today calls us to be witnesses to the mercy of God for people on the periphery of society and our Church. When many people want to blame the problems of migration on the migrants, we need the same courage called for by Pope John Paul II in his message for World Day of Peace, January 1, 2002, said:
NO PEACE WITHOUT JUSTICE
NO JUSTICE WITHOUT FORGIVENESS
How can we speak of justice and forgiveness as the source and condition of peace? We can and we must, no matter how difficult this may be; a difficulty which often comes from thinking that justice and forgiveness are irreconcilable. But forgiveness is the opposite of resentment and revenge, not of justice. In fact, true peace is “the work of justice”.
As we celebrate World Day of Migrants and Refugees, we need to understand that the day is not about borders, legal and illegal migration or the raging debates of political and world leaders. It is about listening to the Word of God and acting accordingly. Pope Benedict XVI identifies migration in his encyclical “Caritas in Veritate” as a “social phenomenon of epoch-making proportions.” And, Pope Francis, in On Fraternity and Social Friendship notes that migration “will play a pivotal role in the future of our world.”
Understanding Migration Does Not Begin at the Border
This year, I dedicated a great deal of time, writing about my experience of working with migrants. The book just came out, “Walk with My People, a life in migration ministry.” When talking with people about “Walk with my people,” many ask about migrants at the border. While I have had experience with the border over the years, migration ministry does not begin at the border. In my case, it began with accompanying young men and women who accepted the invitation to walk with us and them letting Redemptorists walk with them.
Almost forty years ago, our Redemptorist Superior General, Fr. Juan Lasso de la Vega, told Redemptorists that we needed “To evangelize and to be evangelized by the poor.” I had worked with youth for my first fifteen years as a priest, and I experimented in many ways of trying to attract youth to the Church, but understanding that I was to allow myself to be evangelized by them was new, and exciting. The joy, hope and energy of the young people changed my life.
In November of 1991, Redemptorists opened a youth house in a poor barrio of Denver called Casa San Alfonso. When we presented the idea for our youth community to Archbishop Stafford, he asked us what kind of programs we would offer for the youth. We told him that we had no program, but that we hoped young people would walk with us and we would walk with them and together we would discover how to evangelize each other. We thought that he would reject our idea, but he called us an hour after we left his office and gave us his blessing.
Recently the USCCB presented a revision of the National Pastoral Plan for Hispanic Ministry, “Missionary Disciples Going Forth with Joy.” In it they identify four keys to working with migrants.
- Listen: This is a sign of respect. It cannot be done with misinformation, prejudice, fear or anger.
- Dialogue: This requires a willingness to engage in conversation, a give and take. A willingness to learn from one another.
- Discern: Consider options and seek the good. This is when ethics and morality guide those engaged in dialogue.
- Accompaniment: As God walks with the migrant, we must also walk with the migrant.
It has been a privilege of having migrants walk with me. They have rewarded me with love, faith, hope and a joy for life that has truly evangelized me over the years. As we consider Migrants and Refugees, we need to reflect on the messages of Pope John Paul II, Benedict XVI and Francis.
All three Popes recognize the importance of law, the rights of nations to protect their borders and the costs of global migration. They call out those who abuse migrants and profit from their suffering. They recognize the conditions of refugee centers and detention centers. None of them pretend that there are easy answers to global migration, and they recognize that many political leaders continue to create hardships that push people to seek refuge and hope. They recognize the limited impact that they have on the injustices and abuses that migrants suffer, but they call on all bishops, priests, dioceses, parishes, religious leaders and all the faithful to see the face of Christ in the migrant and to act accordingly.
On this World Day of Migrants and Refugees, we are not only called to recognize that “God walks with His People,” but we are also called to walk with the migrant. In today’s message Pope Francis says: “the encounter with the migrant, as with every brother and sister in need, is also an encounter with Christ.” In Matthew 25, Jesus leaves no doubt: “I was a stranger and you welcomed me”. (v. 35)
To receive “Walk with My People, a Life in Migration Ministry,” one can order through the following link. I encourage everyone whom I may reach, especially followers of Padre Migrante, CMFN, PCMRT, to use the code 25004 for a 10% discount. There are larger discounts for bulk orders.
https://www.liguori.org/walk-with-my-people-a-life-in-migration-ministry.html
(If you want Padre Migrante to respond to your concerns or questions, write to: padremigrante@gmail.com)
Oh Jesús, tú nos llamas: “Síganme”. Bendice, Señor, a todos los que acogen tu llamado. Puede que el camino no sea fácil, pero tenemos la confianza de que todo es posible si caminamos contigo. Que este viaje nos abra los ojos a las maravillas de tu amor por nosotros. Oramos por toda tu gente, por todos los creyentes e incrédulos, por los líderes y seguidores. Oramos por la sanación, el perdón, la compasión, la justicia y la paz. Oramos para que, al seguirte, nosotros también podamos ser pescadores de hombres. Bendícenos en nuestro viaje.
O Jesus, you call us, “Come after me.” Bless, O Lord, all who welcome your call. The path may not be easy, but we have confidence that all things are possible if we walk with you. May this journey, open our eyes to the wonders of your love for us. We pray for all your people, for all believers and unbelievers, for leaders and followers. We pray for healing, for forgiveness, for compassion, for justice, for peace. We pray that as we follow you, we too can be fishers of men. Bless us on our journey.