Cherry Harvest, The Dalles, Oregon, 1998 – 2010 / Cosecha de cerezas, 1998 – 2010
Cosecha de cerezas, The Dalles, Oregon, 1998 – 2010
La segunda experiencia formativa de mi vida como misionera redentorista tuvo lugar durante trece años en una misión para llevar los sacramentos a los trabajadores agrícolas migrantes.
El Papa Francisco llama la atención sobre la falta de atención espiritual y sacramental ofrecida a los pobres en la Alegría del Evangelio. Escribió esto en 2013. Lo que observó en la Alegría del Evangelio me quedó claro cuando después de una misión parroquial en The Dalles en 1997. Varios horticultores me invitaron a ir a The Dalles en junio de 1998 para experimentar la cosecha de cerezas. Ofrecí misas todas las tardes en diferentes huertos durante cuatro semanas de los veranos 1998-1999. Durante los días visité huertos, empacadoras, guarderías y centros educativos para experimentar lo que ocurría en The Dalles durante la cosecha. Cada noche, después de las Misas, cenaba con los trabajadores y sus familias. Estuve allí para escuchar, observar y aprender de la vida de los campesinos.
Una y otra vez, la gente pedía ayuda para que sus hijos reciban los sacramentos del Bautismo, la Eucaristía y la Confirmación. Muchos trabajadores me dijeron: “No te necesitamos como nuestro abogado, trabajador social o médico. Necesitamos que seas nuestro sacerdote”. El párroco de la Iglesia de San Pedro y el obispo de la diócesis de Baker, OR, me dieron la bienvenida para ofrecer una misión sacramental durante la temporada de cosecha. Durante once veranos, del 2000 al 2010, llevé equipos de laicos, laicas y seminaristas para pasar un mes en una misión sacramental.
Los programas que ofrecimos esos años fueron solo una parte significante de la misión de The Dalles en mi vida. Fue una misión que tuvo muchos beneficiarios de la experiencia; trabajadores, familias, agricultores, laicos misioneros, seminaristas y personas de la parroquia de San Pedro. Sobre todo, me enseñó a escuchar a la gente antes de ofrecer la preparación sacramental. Necesitaba adaptar toda la educación religiosa a la experiencia vivida por las personas a las que servíamos. Nuestra banda misionera aprendió a adaptar todos los programas de educación religiosa a los horarios y la libertad de las personas que servimos.
Que Dios bendiga a todos los campesinos migrantes.
(Si tienes observaciones o preguntas para Padre Migrante, envían las a padremigrante@gmail.com)
Cherry Harvest, The Dalles, Oregon, 1998 – 2010
The second formative experience of my life as a Redemptorist missionary, took place over thirteen years on a mission to bring sacraments to migrant farmworkers.
Pope Francis calls attention to the lack of spiritual and sacramental care offered to the poor in the Joy of the Gospel. He wrote this in 2013. What he observed in the Joy of the Gospel was made clear to me when after a parish mission in The Dalles in 1997. Several orchardists invited me to come to The Dalles in June 1998 to experience the cherry harvest. For two summers, 1998-1999, I offered Masses each evening for four weeks in different orchards. During the days, I visited orchards, packing houses, day care and educational centers for children to experience what was taking place in The Dalles during the cherry harvest. Each evening, after the Masses, I ate dinner with workers and their families. I was there to listen, observe and learn about the lives of migrant farmworkers.
Over and over, people asked for help in bringing their children to receive the sacraments of Baptism, Eucharist and Confirmation. Many workers told me, “We do not need you to be our lawyer, social worker or doctor. We need you to be our priest.” The pastor of St. Peter’s Church and the bishop of the Baker, OR diocese welcomed me to offer a sacramental mission during the harvest season. For eleven summers, from 2000 to 2010, I brought teams of lay men and women, and seminarians to spend a month on a sacramental mission.
Looking back, the programs that we offered those years were only part of the significance of The Dalles mission in my life. It was a mission that had many beneficiaries of the experience; workers, families, growers, lay missionaries, seminarians, and people from the parish of St. Peter. Most of all it taught me to listen to the people before offering sacramental preparation. I needed to adapt all religious education to the lived experience of the people whom we served. Our mission band learned to tailor all religious education programs to the timetables and the freedom of the people whom we served.
May God bless our migrant farm workers.
(If you want Padre Migrante to respond to your concerns or questions, write to: padremigrante@gmail.com)
Oh Jesús, tú nos llamas: “Síganme”. Bendice, Señor, a todos los que acogen tu llamado. Puede que el camino no sea fácil, pero tenemos la confianza de que todo es posible si caminamos contigo. Que este viaje nos abra los ojos a las maravillas de tu amor por nosotros. Oramos por toda tu gente, por todos los creyentes e incrédulos, por los líderes y seguidores. Oramos por la sanación, el perdón, la compasión, la justicia y la paz. Oramos para que, al seguirte, nosotros también podamos ser pescadores de hombres. Bendícenos en nuestro viaje.
O Jesus, you call us, “Come after me.” Bless, O Lord, all who welcome your call. The path may not be easy, but we have confidence that all things are possible if we walk with you. May this journey, open our eyes to the wonders of your love for us. We pray for all your people, for all believers and unbelievers, for leaders and followers. We pray for healing, for forgiveness, for compassion, for justice, for peace. We pray that as we follow you, we too can be fishers of men. Bless us on our journey.