What did we learn from the pandemic? / ¿Qué aprendimos de la pandemia?
¿Qué aprendimos de la pandemia?
“Podemos decir que la mayor lección que nos deja en herencia el COVID-19 es la conciencia de que todos nos necesitamos; de que nuestro mayor tesoro, aunque también el más frágil, es la fraternidad humana, fundada en nuestra filiación divina común, y de que nadie puede salvarse solo.” (Papa Francisco, Mensaje del Día Mundial de la Paz)
La evaluación del Papa Francisco de lo que aprendimos de la pandemia presenta un activo y un pasivo. Nos necesitamos unos a otros. Ninguno de nosotros puede salvarse solo. Nuestras relaciones son esenciales. Demasiada confianza en la ciencia y la tecnología nos aísla unos de otros. Muchos de nuestros apoyos tradicionales para vivir moralmente y en relaciones de dignidad y respeto no estuvieron disponibles para nosotros durante la pandemia. Nuestra expresión de fe y relación con las iglesias se rompió porque no pudimos reunirnos en comunidades de fe. En un mundo de relaciones rotas, nuestro aislamiento debilitó nuestro apoyo a la igualdad, la justicia, la generosidad y la bondad. Incluso cuando los efectos dramáticos de COVID parecían disminuir, nuestro mundo enfrentó los desafíos de la guerra, aumentando el malestar y los conflictos.
Hemos sido testigos de algunos esfuerzos heroicos para ayudar a los vecinos, para proporcionar recursos a las víctimas de la guerra, pero nos hemos visto abrumados. Nuestros esfuerzos para ayudar a los refugiados y solicitantes de asilo solo ayudan a un pequeño porcentaje de las personas que necesitan ayuda. La falta de vivienda y la desesperación no se ven solo en los países en guerra, sino en nuestra propia incapacidad para proveer a los pobres de nuestras propias comunidades.
A medida que las naciones y las comunidades experimentan división, también lo hace nuestra Iglesia. En medio de nuestras dificultades, necesitamos “atesorar nuestra humanidad compartida, como hermanos y hermanas, hijos de Dios”.
Es importante reconocer que la respuesta inadecuada que tuvimos al COVID tanto en nuestra iglesia como en nuestras comunidades no fue causada por la pandemia, pero la pandemia reveló debilidades en nuestra sociedad y dentro de las comunidades de fe. Podemos hacer mejor.
(Si tienes observaciones o preguntas para Padre Migrante, envían las a padremigrante@gmail.com)
What did we learn from the pandemic?
“We can say that the greatest lesson we learned from Covid-19 was the realization that we all need one another. That our greatest and yet most fragile treasure is our shared humanity as brothers and sisters, children of God. And that none of us can be saved alone.” (Pope Francis, Message for World Day of Peace)
The assessment of Pope Francis of what we learned from the pandemic presents an asset and a liability. We need one another. None of us can be saved alone. Our relationships are essential. Too much confidence in science and technology isolates us from one another. Many of our traditional supports for living morally and in relationships of dignity and respect were not available to us during the pandemic. Our expression of faith and relationship to churches broke down as we were unable to gather in faith communities. In a world of broken relationships, our isolation weakened our supports for equality, justice, generosity and kindness. Even when the dramatic effects of COVID seemed to wane, our world faced the challenges of war, increasing unrest and conflicts.
We have witnessed some heroic efforts to help neighbors, to provide resources to victims of war, but we have been overwhelmed. Our efforts to aid refugees and seekers of asylum only aid a small percentage of the people who need help. Homelessness and desperation are not seen only in countries at war, but in our own incapacity to provide for the poor of our own communities.
As nations and communities experience division, so does our Church. In the midst of our difficulties, we need to “treasure our shared humanity, as brothers and sisters, children of God.”
It is important to recognize that the inadequate response that we had to COVID in both our church and in our communities was not caused by the pandemic, but the pandemic revealed weaknesses in our society and within faith communities. We can do better.
(If you want Padre Migrante to respond to your concerns or questions, write to: padremigrante@gmail.com)
Oh Jesús, tú nos llamas: “Síganme”. Bendice, Señor, a todos los que acogen tu llamado. Puede que el camino no sea fácil, pero tenemos la confianza de que todo es posible si caminamos contigo. Que este viaje nos abra los ojos a las maravillas de tu amor por nosotros. Oramos por toda tu gente, por todos los creyentes e incrédulos, por los líderes y seguidores. Oramos por la sanación, el perdón, la compasión, la justicia y la paz. Oramos para que, al seguirte, nosotros también podamos ser pescadores de hombres. Bendícenos en nuestro viaje.
O Jesus, you call us, “Come after me.” Bless, O Lord, all who welcome your call. The path may not be easy, but we have confidence that all things are possible if we walk with you. May this journey, open our eyes to the wonders of your love for us. We pray for all your people, for all believers and unbelievers, for leaders and followers. We pray for healing, for forgiveness, for compassion, for justice, for peace. We pray that as we follow you, we too can be fishers of men. Bless us on our journey.