2. World Day of Migrants / Día Mundial del Migrante
(El mensaje completo de la 108ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado del Papa Francisco, se encuentra en:)
La conversión personal y la transformación de la realidad
La ciudad futura es una «ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios» (Hb 11,10). Su proyecto prevé una intensa obra de edificación, en la que todos debemos sentirnos comprometidos personalmente. Se trata de un trabajo minucioso de conversión personal y de transformación de la realidad, para que se adapte cada vez más al plan divino. Los dramas de la historia nos recuerdan cuán lejos estamos todavía de alcanzar nuestra meta, la Nueva Jerusalén, «morada de Dios entre los hombres» (Ap 21,3). Pero no por eso debemos desanimarnos. A la luz de lo que hemos aprendido en las tribulaciones de los últimos tiempos, estamos llamados a renovar nuestro compromiso para la construcción de un futuro más acorde con el plan de Dios, de un mundo donde todos podamos vivir dignamente en paz.
El Papa Francisco declara que el plan divino llama a la “conversión personal” para transformar a la humanidad para entrar en el Reino de Dios. La transformación no la hacen solo algunas personas, sino una en la que “todos debemos sentirnos comprometidos personalmente”. Por eso, no debemos caer en la tentación de creer que recibir el sufrimiento de nuestros hermanos y hermanas en todo el mundo no nos concierne.
No debemos “desanimarnos”, mientras aprendemos de guerras, desastres, genocidios, persecuciones y violencia. No es aceptable como cristiano fiel no reconocer a Cristo en el sufrimiento del mundo. La “Nueva Jerusalén” no es de otro mundo, sino de este mundo que estamos llamados a construir. “La morada de Dios con los hombres” (Ap 21) es un mundo en el que todos pueden vivir en paz y dignidad. Podemos construir un mundo así, pero solo mediante la conversión personal podemos transformar la realidad.
Al principio de mis años como sacerdote, recibí una llamada de que un buen amigo había tenido un ataque al corazón y estaba llevado a un hospital. Tenía 33 años. Cuando llegué al hospital, me informaron que había muerto. Cuando vi a su esposa, la abracé. No había palabras que pudiera decir, pero mientras lloraba en mi hombro, su dolor también era mío. Fue un momento como un joven sacerdote que reconocí la importancia de simplemente estar presente con alguien en un momento de dolor. No podía hacer nada para cambiar lo que había sucedido, pero podía estar ahí para ella mientras estaba de duelo. Muchas veces, he tratado de simplemente estar presente y participar en lo que sucederá a continuación en la vida cuando nos encontremos con un mundo que necesita transformación.
Consideremos hoy la última frase de este párrafo del mensaje del Papa Francisco:
“estamos llamados a renovar nuestro compromiso para la construcción de un futuro más acorde con el plan de Dios, de un mundo donde todos podamos vivir dignamente en paz.”
(Si tienes observaciones o preguntas para Padre Migrante, envían las a padremigrante@gmail.com)
(The entire message of Pope Francis for the 108th World Day of Migrants and Refugees is found at:)
Personal conversion and the transformation of reality
The city yet to come is a “city that has foundations, whose architect and builder is God” (Heb 11:10). His plan calls for an intense work of construction, in which all of us must be personally involved. It involves a meticulous effort aimed at personal conversion and the transformation of reality, so that it can correspond ever more fully to the divine plan. The tragedies of history remind us how far we are from arriving at our goal, the new Jerusalem, “the dwelling place of God with men” (Rev 21:3). Yet this does not mean that we should lose heart. In the light of what we have learned in the tribulations of recent times, we are called to renew our commitment to building a future that conforms ever more fully to God’s plan of a world in which everyone can live in peace and dignity.
Pope Francis declares that the divine plan calls for “personal conversion” in order to transform humanity to enter the Reign of God. The transformation is not done by some people, but one in which “all of us must be personally involved.” For this reason, we must not give in to the temptation to believe that receiving the suffering of our brothers and sisters around the world are not of our concern.
We must not “lose heart”, as we learn about wars, disasters, genocide, persecutions and violence. It is not acceptable as a faithful Christian to not recognize Christ in the suffering of the world. The “New Jerusalem” is not of another world, but in this world that we are called to build. “The dwelling place of God with men” (Rev 21) is a world in which everyone can live in peace and dignity. We can build such a world, but only by personal conversion can we transform reality.
Early in my years as a priest, I received a call that a good friend had a heart attack and was being taken to a hospital. He was 33 years old. When I arrived at the hospital, I was informed that he died. When I saw his wife, I hugged her. There were no words that I could say, but as she cried on my shoulder, her grief was also mine. It was a moment as a young priest that I recognized the importance of simply being present with someone in a time of grief. I could not do anything to change what had happened, but I could be there for her as she grieved. Many times, I have tried to simply be present and to participate in what will happen next in life as we encounter a world in need of transformation.
Let us consider today the last sentence in this paragraph of Pope Francis’ message:
“we are called to renew our commitment to building a future that conforms ever more fully to God’s plan of a world in which everyone can live in peace and dignity.”
(If you want Padre Migrante to respond to your concerns or questions, write to: padremigrante@gmail.com)
Oh Jesús, tú nos llamas: “Síganme”. Bendice, Señor, a todos los que acogen tu llamado. Puede que el camino no sea fácil, pero tenemos la confianza de que todo es posible si caminamos contigo. Que este viaje nos abra los ojos a las maravillas de tu amor por nosotros. Oramos por toda tu gente, por todos los creyentes e incrédulos, por los líderes y seguidores. Oramos por la sanación, el perdón, la compasión, la justicia y la paz. Oramos para que, al seguirte, nosotros también podamos ser pescadores de hombres. Bendícenos en nuestro viaje.
O Jesus, you call us, “Come after me.” Bless, O Lord, all who welcome your call. The path may not be easy, but we have confidence that all things are possible if we walk with you. May this journey, open our eyes to the wonders of your love for us. We pray for all your people, for all believers and unbelievers, for leaders and followers. We pray for healing, for forgiveness, for compassion, for justice, for peace. We pray that as we follow you, we too can be fishers of men. Bless us on our journey.