Migration Ministry does not begin at the border / Ministerio de migración no comienza en la frontera
Ministerio de migración no comienza en la frontera
Como sacerdote que trabaja con migrantes, mi ministerio no comenzó en una frontera. Ni siquiera comenzó trabajando en el ministerio hispano. Yo era director de vocaciones para los Redentoristas de la Provincia de St. Louis, cuando en 1985, el P. Juan Lasso de la Vega, fue elegido Superior General de la Congregación del Santísimo Redentor. Su mensaje a la Congregación fue que los Redentoristas están “llamados a evangelizar y a ser evangelizados por los pobres”.
En 1989 comencé a considerar lo que esperaba hacer después del puesto de director vocacional. En ese momento, se animó a las Provincias Redentoristas a crear iniciativas en la pastoral juvenil. Junto con un sacerdote más joven, queríamos ofrecer un hogar seguro para los jóvenes de un barrio pobre de Denver. El 9 de noviembre de 1991 abrimos Casa San Alfonso como casa de acogida para los jóvenes del barrio. Los jóvenes de nuestra comunidad CSA eran de herencia hispana, casi todos ellos mismos emigrantes o hijos de emigrantes.
Utilizo el término emigrantes porque no hicimos distinción al ofrecer atención si estaban legalmente presentes o indocumentados. Permítanme definir dos términos:
Un migrante es una persona que se muda de un lugar a otro, especialmente para encontrar trabajo o mejores condiciones de vida. Un migrante puede ser un ciudadano, un inmigrante legal o un ciudadano extranjero no inspeccionado.
Un emigrante es una persona que abandona su país de origen para establecerse en otro lugar. Quien se encuentre legalmente presente podrá ser inmigrante, como residente o ciudadano naturalizado.
Fue en la Casa San Alfonso, donde comencé mi trabajo con migrantes, emigrantes, inmigrantes y sus familias.
(Si tienes observaciones o preguntas para Padre Migrante, envían las a padremigrante@gmail.com)
Migration Ministry does not begin at the border
As a priest working with migrants, my ministry did not begin at a border. It did not even begin by working in Hispanic ministry. I was vocation director for the Redemptorists of the St. Louis Province, when in 1985, Fr. Juan Lasso de la Vega, was elected Superior General of the Congregation of the Most Holy Redeemer. His message to the Congregation was that Redemptorists are “called to evangelize and to be evangelized by the poor.”
In 1989 I began considering what I hoped to do after the vocation director position. At the time, Redemptorist Provinces were encouraged to create initiatives in youth ministry. Along with a younger confrere, we wanted to provide a safe house for young people in a poor barrio in Denver. On November 9, 1991, we opened Casa San Alfonso as a house of welcome for young people in the barrio. The young people of our CSA community were of Hispanic heritage, almost all emigrants themselves or children of emigrants.
I use the term emigrants because we made no distinction in offering care if they were legally present or undocumented. Let me define two terms:
A migrant is a person who moves from one place to another, especially in order to find work or better living conditions. A migrant may be a citizen, a legal immigrant, or an uninspected foreign national.
An emigrant is a person who leaves his country of origin to establish oneself in another place. One who is legally present may be an immigrant, as resident or naturalized citizen
It was at Casa San Alfonso, where I began my work with migrants, emigrants, immigrants and their families.
(If you want Padre Migrante to respond to your concerns or questions, write to: padremigrante@gmail.com)
Oh Jesús, tú nos llamas: “Síganme”. Bendice, Señor, a todos los que acogen tu llamado. Puede que el camino no sea fácil, pero tenemos la confianza de que todo es posible si caminamos contigo. Que este viaje nos abra los ojos a las maravillas de tu amor por nosotros. Oramos por toda tu gente, por todos los creyentes e incrédulos, por los líderes y seguidores. Oramos por la sanación, el perdón, la compasión, la justicia y la paz. Oramos para que, al seguirte, nosotros también podamos ser pescadores de hombres. Bendícenos en nuestro viaje.
O Jesus, you call us, “Come after me.” Bless, O Lord, all who welcome your call. The path may not be easy, but we have confidence that all things are possible if we walk with you. May this journey, open our eyes to the wonders of your love for us. We pray for all your people, for all believers and unbelievers, for leaders and followers. We pray for healing, for forgiveness, for compassion, for justice, for peace. We pray that as we follow you, we too can be fishers of men. Bless us on our journey.