Emigration – a way of the cross / Emigración – una vía crucis
Emigración – una vía crucis
El año pasado, en preparación para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, leí algunos mensajes de Santos Papas, desde Benedicto XV hasta Pablo VI, y casi todos los de Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Con el tiempo, he hablado a menudo de los mensajes de Juan Pablo II y Francisco. Una observación general es que sus mensajes abordan la migración con mayor pasión que otros mensajes papales.
El primer mensaje del Papa Juan Pablo II para la Jornada Mundial del Migrante no fue presentado por el propio Papa. El cardenal Karol Wojtyla asumió el pontificado el 16 de octubre de 1978. El primer mensaje de su pontificado fue escrito poco después de que Juan Pablo II asumiera el cargo de Papa. El cardenal Jean Villot, Secretario de Estado del Vaticano, preparó el mensaje diciendo:
El Santo Padre conoce muy bien la condición de cuantos se ven obligados a buscar pan y trabajo fuera de la propia patria. Durante su ministerio episcopal, ha visitado frecuentemente las comunidades de polacos emigrados, comunidades católicas muy florecientes, a pesar de las muchas dificultades que encuentran. La emigración al extranjero es, ahora ya, un hecho permanente. Generaciones enteras, que conservan una admirable adhesión a sus raíces étnicas de origen, son prueba evidente de ello.
Su reconocimiento de la difícil situación de los emigrantes comenzó con el reconocimiento de las fuerzas que, en su Polonia natal, impulsaban a la gente a abandonar sus países de origen. Insistió en «la necesidad de un progreso cualitativo y cuantitativo del ministerio sacerdotal entre los emigrantes. En los misioneros de los emigrantes debe crecer cada vez más la conciencia de su misión sacerdotal específica. Son enviados por Cristo, mediante la llamada de la Iglesia. Su tarea es muy difícil».
Cabe destacar en este primer mensaje del pontificado de Juan Pablo II el énfasis en el emigrante. Hoy en día, la mayor preocupación se centra en el impacto de la migración en los países receptores. Tras la Segunda Guerra Mundial, Polonia fue profundamente afectada por la emigración de personas que abandonaban el país. Como sacerdote, obispo y cardenal, su experiencia migratoria se relacionó a menudo con la separación de familias, cuyos miembros emigraban de Polonia. Reconoció el impacto en los emigrantes y en los familiares que permanecieron en el país. Su preocupación por los emigrantes ofrece cierto equilibrio al aprendizaje sobre la migración, que rara vez es el tema de la respuesta política actual a la migración, no sólo en Estados Unidos, sino en todo el mundo.
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Emigration – a way of the cross
Last year, in preparation for World Day of Migrants and Refugees, I read a few messages of Popes, from Benedict XV to Pope Paul VI, and I read almost all of the messages of Popes John Paul II, Benedict XVI and Francis. Over time, I have spoken often about the messages of Pope John Paul II and Pope Francis. A general observation is that their messages are more passionate about migration than other papal messages.
The first message of Pope John Paul II for World Day of Migrants was not presented by the Pope himself. Cardinal Karol Wojtyla became pontiff on October 16, 1978. The first message of his pontificate was written soon after Pope John Paul II became Pope. Cardinal Jean Villot, the Vatican Secretary of State prepared the message saying:
The Holy Father knows very well the plight of those forced to seek bread and work outside their own homeland. During his episcopal ministry, he frequently visited Polish emigrants, Catholic communities that flourished despite the many difficulties they encountered. Emigration abroad is now a permanent fact. Entire generations, who maintain an admirable attachment to their ethnic roots, are clear proof of this.
His recognition of the plight of emigrants, began with acknowledging the forces in his own native Poland that pushed people to leave their countries of origin. He insisted on “the need for qualitative and quantitative progress in the priestly ministry among emigrants. Missionaries to emigrants must grow ever more aware of their specific priestly mission. They are sent by Christ, through the call of the Church. Their task is very difficult.”
Notable in this first message of the pontificate of John Paul II was the emphasis on the emigrant. Today, most concern about the impact of migration on the receiving nations of the world. After World War II, Poland was deeply impacted by the emigration of people leaving the country. As priest, bishop and cardinal, his experience of migration was often with families being separated, as members emigrated away from Poland. He recognized the impact on the emigrants and on the family members who remained in the country. His concern for the emigrant offers some balance to learning about migration that is rarely the topic of today’s political response to migration, not only in the United States, but around the world.
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Oh Jesús, tú nos llamas: “Síganme”. Bendice, Señor, a todos los que acogen tu llamado. Puede que el camino no sea fácil, pero tenemos la confianza de que todo es posible si caminamos contigo. Que este viaje nos abra los ojos a las maravillas de tu amor por nosotros. Oramos por toda tu gente, por todos los creyentes e incrédulos, por los líderes y seguidores. Oramos por la sanación, el perdón, la compasión, la justicia y la paz. Oramos para que, al seguirte, nosotros también podamos ser pescadores de hombres. Bendícenos en nuestro viaje.
O Jesus, you call us, “Come after me.” Bless, O Lord, all who welcome your call. The path may not be easy, but we have confidence that all things are possible if we walk with you. May this journey, open our eyes to the wonders of your love for us. We pray for all your people, for all believers and unbelievers, for leaders and followers. We pray for healing, for forgiveness, for compassion, for justice, for peace. We pray that as we follow you, we too can be fishers of men. Bless us on our journey.