Disillusioned Catholics / Católicos desilusionados
Católicos desilusionados
Una de las tentaciones más serias que ahogan el fervor y la audacia es la conciencia de derrota que nos convierte en pesimistas quejosos y desencantados con cara de vinagre. (EG. 85)
Este verano ha sido una gran bendición ya que he celebrado mi quincuagésimo aniversario como sacerdote. He visitado a familiares, amigos de mi infancia, personas de mis años de estudio en el seminario, personas que han sido parte de mis ministerios a lo largo de los años. Casi todos los cuales son católicos. Desafortunadamente, algunos han tenido experiencias difíciles dentro de la iglesia católica. Algunos incluso declaran que han dejado la Iglesia. Realmente he disfrutado reencontrarme con todos los que he visto este verano.
Dado que el contexto de muchos de mis encuentros con la gente es reflexionar sobre mis cincuenta años como sacerdote, es mirar al pasado. He escuchado a mucha gente reflexionar sobre heridas, decepciones, experiencias duras con gente religiosa, mala experiencia con pobre predicación y prácticas pastorales rígidas. Cómo responder a las heridas del pasado no es fácil. El camino a la paz es no contraatacar. Debemos encontrar otra forma de responder al dolor. Si realmente quieres molestar a alguien que te ofende, perdónalo.
El programa de televisión Ted Lasso hace un buen ejemplo al abordar el tema del perdón. Me impresionó el tema del perdón recurrente en muchos de sus episodios. Mientras miraba los programas, reconocí la lección del Papa Juan Pablo II en su Mensaje de Año Nuevo en 2002. Fue solo unos meses después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Dijo: “No hay paz sin justicia y no hay justicia sin perdón”.
Me encanta recordar nuestras historias de éxito y nuestros recuerdos alegres de nuestra juventud. No necesito las historias de vergüenza, dolor y fracaso. Necesitamos aprender a perdonar, para poder ser mejores. No necesitamos encontrar nuestro gozo en ser perdonados por otros tanto como necesitamos simplemente perdonar. El Papa Juan Pablo II no solo pronunció esas palabras. Demostró ese perdón cuando uno de sus primeros actos públicos después de recuperarse de un atentado contra su vida fue ir a la prisión a perdonar al hombre que le disparó. Que aprendamos a perdonar a los demás, sin importar lo que hayan hecho.
(Si tienes observaciones o preguntas para Padre Migrante, envían las a padremigrante@gmail.com)
Disillusioned Catholics
One of the more serious temptations which stifles boldness and zeal is a defeatism which turns us into querulous and disillusioned pessimists, “sourpusses”. (EG. 85)
This summer has been a great blessing as I have celebrated my fiftieth anniversary as a priest. I have visited with family members, friends from my childhood, people from my years of study in the seminary, people who have been part of my ministries over the years. Almost all of whom are Catholic. Unfortunately, some have had difficult experiences within the Catholic church. Some even declare that they have left the Church. I have really enjoyed getting reacquainted with everyone I have seen this summer.
Since the context of many of my meetings with people is to reflect on my fifty years as a priest, it is looking to the past. I have heard many people reflecting on hurts, disappointments, harsh experiences with religious role models, personal slights experienced with poor preaching and rigid pastoral practices. How to deal with past hurts is not easy. The way to peace is not to fight back. We must find another way to deal with hurt. If you want to really tick off someone who offends you, forgive them.
The television program, Ted Lasso does a good job of addressing forgiveness. I was impressed by the theme of forgiveness recurring in many of its episodes. As I watched the programs, I recognized the lesson of Pope John Paul II in his New Year Message in 2002. It was only a few months after the terrorist attacks of September 11, 2001. He said, “There is no peace without justice and there is no justice without forgiveness.”
I love to remember our success stories, and our joyful memories from our youth. I do not need the stories of shame, hurt and failure. We need to learn to forgive, so that we can be better. We need not find our joy in being forgiven by others as much as that we need to simply forgive. Pope John Paul II did not just speak those words. He demonstrated that forgiveness when one of his first public acts after he recovered from an assassination attempt on his life was to go to the prison to forgive the man who shot him. May we learn to forgive others, no matter what they have done.
(If you want Padre Migrante to respond to your concerns or questions, write to: padremigrante@gmail.com)
Oh Jesús, tú nos llamas: “Síganme”. Bendice, Señor, a todos los que acogen tu llamado. Puede que el camino no sea fácil, pero tenemos la confianza de que todo es posible si caminamos contigo. Que este viaje nos abra los ojos a las maravillas de tu amor por nosotros. Oramos por toda tu gente, por todos los creyentes e incrédulos, por los líderes y seguidores. Oramos por la sanación, el perdón, la compasión, la justicia y la paz. Oramos para que, al seguirte, nosotros también podamos ser pescadores de hombres. Bendícenos en nuestro viaje.
O Jesus, you call us, “Come after me.” Bless, O Lord, all who welcome your call. The path may not be easy, but we have confidence that all things are possible if we walk with you. May this journey, open our eyes to the wonders of your love for us. We pray for all your people, for all believers and unbelievers, for leaders and followers. We pray for healing, for forgiveness, for compassion, for justice, for peace. We pray that as we follow you, we too can be fishers of men. Bless us on our journey.