Consider your own migration story / Considere su propia historia migratoria
Considere su propia historia migratoria
La migración es parte de lo que somos como miembros de la humanidad. La historia de Adán y Eva marca la historia de los primeros migrantes. Dejaron el Jardín del Edén para crear un hogar para su familia. Dondequiera que se establecieran, la respuesta a la pregunta “¿De dónde eres?” era el Edén. La historia humana es la de personas que dejaron las casas de sus padres para establecer su propio hogar. La fe de los judíos, cristianos y musulmanes celebra la historia, que se remonta a generaciones.
Hoy, vivimos en una era de tecnología que podría hacer que nuestro estudio de la historia humana sea de fácil acceso. Sin embargo, los políticos y los medios modernos actúan como si la historia tuviera poco o ningún significado. Incluso dentro de la Iglesia, solo hay una reflexión superficial sobre el viaje humano de las personas de fe. Algunos buscan la pureza ritual y una espiritualidad basada en rituales en lugar de en el análisis teológico, la enseñanza social, la misión evangélica y la reflexión sobre nuestras historias de fe. Desestimar la historia humana de la migración, la historia de fe de la migración y la propia historia personal de la migración no nos prepara para comprender y responder a los desafíos de la migración global y de los migrantes que encontramos todos los días.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la Agencia de las Naciones Unidas para la Migración, define a un migrante como: toda persona que se desplaza o se ha desplazado a través de una frontera internacional o dentro de un Estado fuera de su lugar de residencia habitual, independientemente de: el estatus legal de la persona, si el movimiento es voluntario o involuntario.
Debemos prestar atención a la migración interna e internacional. Si bien la migración internacional es la preocupación de la política moderna, considere la historia bíblica de la migración de Abraham. Entró en las tierras de muchas naciones y tribus ubicadas en el Medio Oriente. Encontró gente de muchas culturas y religiones. Su objetivo era llegar a la “tierra prometida” donde podría criar a su familia en paz y practicar su fe. Viajó entre 1.600 y 3.200 kilómetros en su viaje y, a veces, iba y venía en sus viajes. Probablemente viajó la distancia de San Luis a San Francisco. Para Abraham, sus viajes fueron internacionales, pero si hubiera viajado 1.600 kilómetros en los Estados Unidos, lo más probable es que hoy no cruzaría una frontera internacional.
Es comprensible que cruzar fronteras internacionales sea más difícil que cruzar fronteras estatales, pero para comprender realmente la migración global, deberíamos considerar la migración y su historia en nuestras propias familias y vidas. Invito a los lectores a considerar la migración personalmente:
- ¿Sigue viviendo en el estado donde nació?
- Si se mudó de su estado, ¿qué lo motivó a hacerlo?
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Consider your own migration story
Migration is part of who we are as members of humanity. The story of Adam and Eve marks the story of the first migrants. They left the Garden of Eden to create a home for their family. Wherever they settled, the answer to the question, “Where are you from?” was Eden. The human story is of people who left the homes of parents to establish their own home. The faith of Jewish, Christian and Muslim people celebrate history, going back generations.
Today, we live in an age of technology that could make our study of human history easy to access. Yet the politician and modern media acts as though history has little or no meaning. Even within the Church, there is only superficial reflection on the human journey of people of faith. Some seek ritual purity and a spirituality based on rituals rather than on theological analysis, social teaching, evangelical mission and reflection on our faith histories. Dismissing the human story of migration, the faith story of migration and one’s own personal story of migration fails to prepare us to understand and respond to the challenges of global migration and the migrants we meet every day.
The UN Migration Agency, International Organization for Migration (IOM), defines a migrant as: any person who is moving or has moved across an international border or within a State away from his/her habitual place of residence, regardless of: the person’s legal status, whether the movement is voluntary or involuntary.
We need to pay attention to internal and international migration. While international migration is the concern of modern politics, consider the Biblical story of the migration of Abraham. He enters the lands of many nations and tribes located in the Middle East. He encountered people of many cultures and faiths. His goal was to reach the “promised land” where he could raise his family in peace and practice his faith. He traveled between 1,000 and 2,000 miles on his journey and sometimes went back and forth on his travels. He probably traveled the distance from St. Louis to San Francisco. For Abraham, his travels were international, but he traveled 1,000 miles in the United States, he would most likely not cross an international border today.
It is understandable that crossing international borders may be more difficult than crossing state lines, but in order to really understand global migration, we should consider migration and its history in our own families and our own lives. I invite readers to consider migration personally:
- Do you continue to live in the state of your birth?
- If you moved out of your state, what motivated you to move?
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Oh Jesús, tú nos llamas: “Síganme”. Bendice, Señor, a todos los que acogen tu llamado. Puede que el camino no sea fácil, pero tenemos la confianza de que todo es posible si caminamos contigo. Que este viaje nos abra los ojos a las maravillas de tu amor por nosotros. Oramos por toda tu gente, por todos los creyentes e incrédulos, por los líderes y seguidores. Oramos por la sanación, el perdón, la compasión, la justicia y la paz. Oramos para que, al seguirte, nosotros también podamos ser pescadores de hombres. Bendícenos en nuestro viaje.
O Jesus, you call us, “Come after me.” Bless, O Lord, all who welcome your call. The path may not be easy, but we have confidence that all things are possible if we walk with you. May this journey, open our eyes to the wonders of your love for us. We pray for all your people, for all believers and unbelievers, for leaders and followers. We pray for healing, for forgiveness, for compassion, for justice, for peace. We pray that as we follow you, we too can be fishers of men. Bless us on our journey.