Let the poor show us their faith / Que los pobres nos muestren su fe.
Que los pobres nos muestren su fe.
Dar la bienvenida a las personas a su hogar es una parte esencial de la hospitalidad hispana. “Mi casa es tu casa.” Tuve el privilegio de ir a México muchas veces para visitar los hogares de inmigrantes que he conocido en mis años en el ministerio hispano. Siempre es una ocasión alegre. En 2007, pasé seis semanas viajando por México en autobús. Me detuve en diez comunidades, visitando a familias de personas que había conocido en los Estados Unidos.
Como sacerdote, ser recibido en los hogares de los pobres es un honor. Siempre es un placer contarles a los padres y familiares sobre los seres queridos en los Estados Unidos. En una ocasión visité a una mujer en Michoacán que se sorprendió cuando le dije que conocía a su hijo. Ella dijo que debía estar equivocado. Le dije que frecuentemente celebraba misa en una prisión. Le daba vergüenza que su hijo estuviera en prisión. Le dije que tal vez lo conocía mejor que ella.
Le dije que su hijo era mi sacristán para las misas en la prisión. Cuando no podía asistir, normalmente había unas diez personas en la Misa. Pero cuando estaba en la Misa, antes de la Misa iba a otros prisioneros para decirles: “Venga a la misa”. Le dije que no sólo había treinta o más presos, sino que los hombres cantaban mejor, prestaban más atención y siempre se iban un poco más alegres. Luego me abrazó y me susurró al oído: “Diga a mi hijo, que lo quiero”.
En mis viajes por México he disfrutado de las grandes playas, las montañas, los santuarios, la comida y la música. Nada es más impresionante que experimentar la vida en los “hogares humildes” de migrantes e inmigrantes.
(Si tienes observaciones o preguntas para Padre Migrante, envían las a padremigrante@gmail.com)
Let the poor show us their faith
Welcoming people to one’s home is as essential part of the Hispanic hospitality. “Mi casa es tu casa.” (My home is your home) I had the privilege of going to Mexico many times to visit the homes of immigrants whom I have met in my years in Hispanic ministry. It is always a joyful occasion. In 2007, I spent six weeks traveling Mexico by bus. I stopped in ten communities, visiting families of people whom I have known in the United States.
As a priest, being received in the homes of the poor is truly an honor. It is always a joy telling parents and relatives of the loved ones in the United States. On one occasion, I visited a woman in Michoacan who was shocked when I told her that I knew her son. She said that I must be mistaken. I told her that I frequently celebrated Mass in a prison. She was embarrassed that her son was in prison. I said that I might know him better than she did.
I told her that her son was my sacristan for the Masses at the prison. When he was unable to attend, there would usually be about ten people at the Mass. But when he was at the Mass, before the Mass he went to other prisoners to say, “Venga a la misa.” (Come to the Mass.) I told her that not only were there thirty or more prisoners, the men sang better, they paid more attention and they always went away a bit more joyful. She then hugged me, and whispered in my ear, “Diga a mi hijo, que lo quiero.” (Tell my son that I love him.)
In my travels in Mexico, I have enjoyed the great beaches, the mountains, the shrines, the food and the music. Nothing is more impressive than experiencing life in the “humble homes” of migrants and immigrants.
(If you want Padre Migrante to respond to your concerns or questions, write to: padremigrante@gmail.com)
Oh Jesús, tú nos llamas: “Síganme”. Bendice, Señor, a todos los que acogen tu llamado. Puede que el camino no sea fácil, pero tenemos la confianza de que todo es posible si caminamos contigo. Que este viaje nos abra los ojos a las maravillas de tu amor por nosotros. Oramos por toda tu gente, por todos los creyentes e incrédulos, por los líderes y seguidores. Oramos por la sanación, el perdón, la compasión, la justicia y la paz. Oramos para que, al seguirte, nosotros también podamos ser pescadores de hombres. Bendícenos en nuestro viaje.
O Jesus, you call us, “Come after me.” Bless, O Lord, all who welcome your call. The path may not be easy, but we have confidence that all things are possible if we walk with you. May this journey, open our eyes to the wonders of your love for us. We pray for all your people, for all believers and unbelievers, for leaders and followers. We pray for healing, for forgiveness, for compassion, for justice, for peace. We pray that as we follow you, we too can be fishers of men. Bless us on our journey.